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Mitos sobre la marca personal que merecen tu atención

A menudo gastamos energía escalando la montaña equivocada. Invertimos en visibilidad, contenidos y relatos personales, y sin embargo nos sentimos estancados y frustrados. No avanzamos en la construcción de una marca poderosa, ni atraemos a los clientes adecuados, ni conseguimos que nuestro negocio prospere.

En mi trabajo asesorando a líderes y emprendedores, veo esto constantemente. El problema no es la falta de esfuerzo. Es una confusión de base sobre lo que realmente es una marca personal. Antes de construir una marca sólida, hay que entender bien las reglas del juego. Y eso implica abandonar algunas ideas populares, pero profundamente equivocadas.

Aquí expongo cuatro de los mitos más dañinos sobre la marca personal, y cómo superarlos.

Mito 1: Tu marca personal es tu presencia en redes sociales

Muchas personas reducen la marca personal a la actividad en redes sociales. Es comprensible: estar activo online es visible, medible, tangible. Pero la visibilidad es solo el punto de partida. Por sí sola genera notoriedad, pero no genera interés, ni confianza, y mucho menos negocio.

Una marca personal fuerte no consiste en estar en todas partes. Consiste en ser significativo en algún lugar. Y eso significa resolver un problema concreto y urgente para un grupo bien definido de personas. Una propuesta de valor relevante y convincente debe ser el punto de partida. Tu presencia en redes debe expresar esa propuesta, no sustituirla.

Parte de la confusión proviene de una trampa cognitiva conocida como sesgo de supervivencia. Un error muy peligroso que conviene evitar. Cuando navegamos por nuestros feeds diarios, tendemos a fijarnos en las pocas historias de éxito visibles e ignoramos los muchos casos de personas que siguieron el mismo camino pero no lograron resultados. Este sesgo nos lleva a creer que si imitamos a los ganadores, obtendremos los mismos resultados. Pero la visibilidad sin estrategia solo genera ruido. Lo que no vemos son los innumerables ejemplos de personas que invirtieron mucho en contenido y presencia, pero no convirtieron ese esfuerzo en consideración real ni en oportunidades de negocio.

Haz una prueba sencilla: pregunta a algunas personas de confianza, sin herir sensibilidades, si alguna vez han lanzado una campaña costosa o una promoción ambiciosa que terminó en un fracaso absoluto. La mayoría lo admitirá. Yo también he estado ahí.

Mito 2: Hacer marca personal es contar tu historia

Este mito resulta especialmente seductor, porque suena auténtico y humano. También refleja la influencia de muchos expertos en storytelling que, hablando desde su propia disciplina, a menudo olvidan el contexto estratégico más amplio del éxito en marca personal. Pero aquí hay dos errores de base.

El primero es que pone el foco en ti, cuando el verdadero protagonista de tu marca debería ser tu cliente. Si sientes la necesidad de contar tu historia, debe ir más allá de tu recorrido personal. Tiene que reflejar los problemas que vive tu audiencia y evocar las emociones que sentirán una vez hayan resuelto esos problemas.

El segundo error es no entender el verdadero papel de la narrativa. En branding, una historia no es un adorno. Es una herramienta. Su función es traducir tu propuesta de valor estratégica en emociones que movilicen a las personas: que las lleven a explorar, interesarse, confiar y finalmente elegirte. Sin una base estratégica clara, la historia se convierte en ruido. Con ella, se convierte en poder.

Mito 3: Tienes que estar visible en todas partes

Este mito es la versión en branding del FOMO. Sientes que deberías publicar más, decir más, estar en más canales, sumarte a más conversaciones. Pero la verdad es que estar en todas partes suele equivaler a no estar en ninguna parte.

La marca personal, como la estrategia empresarial, se basa en la segmentación. Debes identificar una audiencia que sufra un dolor específico y que esté buscando activamente soluciones, y posicionarte como quien puede ofrecer esa solución. Tu visibilidad debe ser intencionada y enfocada. Si tu mensaje es demasiado general, no resonará. Si tu presencia es demasiado amplia, no dejará huella.

Así que deja de tachar de tu lista la casilla de “post diario” como si fuera una tarea más que cumplir, sin importar el sentido o el objetivo. La visibilidad sin intención solo genera ruido. Pregúntate mejor: ¿esto que estoy compartiendo hoy está alineado con mi propuesta de valor y es relevante para las personas a las que quiero servir? Y después pregúntate: ¿la forma en que lo cuento va a generar las emociones que quiero despertar?

Mito 4: El objetivo es ser diferente

La diferencia, por sí sola, no es el objetivo. Lo importante es la relevancia. La estrategia exige diferenciación, sí, pero una diferenciación que cumpla un propósito: ofrecer un valor que tu audiencia comprenda, desee y esté dispuesta a pagar.

Demasiados profesionales confunden ser únicos con ser útiles. Puedes ser muy original y aun así resultar irrelevante para tu mercado. Las marcas personales más potentes resuelven problemas urgentes y significativos para su público: problemas que otros ignoran, pasan por alto o no saben resolver con suficiente convicción.

Cada uno de estos mitos te aleja de lo que realmente importa en la construcción de una marca personal: tener un propósito claro, un mensaje coherente, y la capacidad de hacer una promesa concreta a una audiencia concreta que experimenta un problema real y urgente.

Así que la próxima vez que sientas que tu marca necesita un impulso, no generes más ruido. Replantea los fundamentos. Pregúntate: ¿no es que estoy intentando ganar el juego equivocado?

 
 
 

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